lunes, 27 de febrero de 2017

POEMA: Eduardo Martínez Zendejas: ALMA DE NIÑO



ALMA DE NIÑO

Conocí a un poeta, tenía alma de niño, con sus ojos dulces
y sus manos suaves, y el mágico encanto de su desaliño;
estaba en el mundo tal vez por descuido y nunca,
nuca el fue consciente, de la mala entraña que sufre la gente.

Y creyó que el mundo era bueno en sí, con todas las cosas,
y los sinsabores que aquí hay que vivir, de la farsa humana
el nunca opinaba, tan solo decía que el hombre es su hermano,
y para ofenderlo, mejor nunca hablaba.

Del Dios de los cielos, siempre yo le oía que era su motivo,
su fin para el tiempo, su motor y guía y  su paz en la vida.
¿Mujeres? ¡No tuvo! su mundo de éter alejado estaba
del mundano juego del amor consciente.

El siempre decía que el creador del cielo, cuando quiso hacer
un ser que guardara dones exquisitos de fuerza y saber,
no lo pensó mucho, tomó mil materias, y en un leve esfuerzo,
creo a la mujer.

Con sus blancas manos colocó en su pecho el amor sin par,
su boca fue dadadel jardín del cielo, cuando al ir pensando
el Señor tropieza con rojo rosal, y cortando una rosa,
la más tierna y bella, feliz se la da.

Y así lentamente fue llevando a cabo su obra final,
y hoy el resultado alentando va a todos los hombres,
 que algún día se cansan y así su esperanza se pierde en la nada
quedando sin paz, de este duro trance, solo una mujer los podía sacar.

Este fue mi amigo, pensador sonriente con cara de niño,
como buena gente, pupilas tan claras que nada escondían
pues su alma era limpia, tal como su vida; y fue una tarde simple,
que en paz y alegría mi amigo el poeta partió con el tiempo,
con una maleta de papeles viejos, de recuerdos plenos y de tantos anhelos.

Se fue rumbo al cielo, a seguir escribiendo sus poemas viejos,
sus recuerdos caros y sus sueños, si, sus sueños ajenos.
Hoy solo nos queda acaso entender camino tan limpio
y hacer de sus poemas la vida y la norma, donde han de moldearse
aquellos que un día deban ser adultos con hijo y mujer.

Y nuestro poeta en su cielo claro,
con su cara dulce y sus ojos de niño,
tal vez volvería al cielo estrellado
donde alguna tarde, tuvo a bien nacer.

Eduardo Martínez Zendejas

Excelente Eduardo. Te felicito por tus éxitos en Facebook en ElsaMarga

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