jueves, 1 de diciembre de 2016

POEMA: Nelly Esther Vichich VISIÓN DEL ALMA

VISIÓN DEL ALMA
(Autobiográfico)

Quiero contar mis vivencias
para decirle a quien quiera,
que la vida pone pruebas
en su devenir errante.
Auténticas experiencias
que no se olvidan jamás,
porque confieren sentencias
que nos hacen meditar.
Y aquello que me ocurrió
en vísperas de mi cumpleaños,
es menester relatarlo
para describirle a otros,
esa propia percepción
del espíritu y la carne
que en sensible dualidad
revelaron su presencia.
¿Para buscar las respuestas?
¿Para encontrar más preguntas?
¿Para brindarle sentido
a la emoción de vivir?
Aún las reminiscencias
minuciosamente exploro,
escudriñando detalles
que después de muchos años
recién me atrevo a escribir.
Sé que difícil será
transmitir con las palabras
ese mundo intransferible
donde estallan sensaciones
como aquellas que quisiera
hoy con fuerza compartir.
II
Era un ocho de febrero
del año setenta y uno
al venir de un funeral;
la fiebre me estremecía,
concurrí al consultorio
a examinar mi dolor
y fue aquel medicamento
el que me empujó al tren
en que mi tío partió,
pues abiertas las barreras
transité otra dimensión.
En cinco minutos fui,
tómese así: literal,
un monstruo de labios gruesos,
cabeza, párpados, manos,
la hinchazón hasta los pies;
me zumbaban los oídos,
la comezón no cesaba,
estornudos a raudal,
y aunque otras veces: alergia,
me habían diagnosticado,
esta vez fue diferente
pues una sola inyección,
como lava de un volcán
provocó esta reacción
y al instante el malestar
avanzó sin darme tregua.
La lengua cuadrangular,
las vías respiratorias
y otros órganos internos
también metamorfoseados,
le cerraban la salida
al aire que circulaba
exigiendo libertad.
¡Perturbado laberinto!
que, de ese modo, bloqueado,
le otorgaba su pasaje
a un edema pulmonar.
La quietud no me impedía
sentir lo que allí pasaba:
el miedo de la enfermera,
un médico me auscultaba
sin dejar de colocarme,
inyección tras inyección.
¡Cómo pesaban mis piernas!,
los brazos eran de plomo,
mi mente se mantenía
alerta y en oración;
mis ojos, globos inflados
y enlutada cobertura…
¡Ya no podían mirar!
Mi cabeza se cayó,
fue imposible sostener;
mis oídos, sin embargo,
permitían capturar
los sonidos y las voces
pero, de pronto…¿veía?
mi propio pelo en la almohada,
la cabeza desmayada,
ese cuerpo…¿de quién era?,
ni siquiera lo entendía.
Y al saborear esa paz,
¡esa paz, bendita sea!
que flotaba en mi interior,
en mi espíritu, en mi yo…
que cautivaba mis sueños
entre los brazos de sombra,
brillantes de eternidad;
¡esa paz que me llevaba
mecida en dulce sopor!
Aún lo tengo presente:
¡disfruté tanto el momento
que no quería volver!
Aunque lejano y latente
danza aún en el misterio
ese escenario de muerte.
Divagan por mi memoria
con nitidez, personajes,
hasta palabras y gestos
que yo observé ¿desde dónde?
No pretendo dar respuestas,
sólo expresar mi verdad.
III
Mi médico con urgencia,
ante el final que llegaba
inyectó mi brazo izquierdo,
apoyando su rodilla
para ejecutar su acción;
mientras que el otro doctor,
buscaba, en vano, mi pulso
y allá a los pies de la cama,
la mujer acartonada
reflejaba su estupor.
Fue aquel último pinchazo
que apostó a mi corazón,
el que ayudó a expulsar
el aire de los pulmones
que resistieron cual fuelles
de comprobada excelencia;
y otra vez se abrieron paso
en un tris y sin demora
el alivio y bienestar
que exiliados, sin consuelo,
reclamaban su lugar.
Respiré pausadamente
en un denso espacio oscuro,
ese sitio era mi cuerpo
que apenas reconocía,
inerme por largo rato,
casi frío y sin color,
al que logré retornar.
¡La luz!...rasgó poco a poco
esa red de telarañas
que cubría mis pupilas
con llanto sin destejer.
La muerte quedaba atrás
porque Alguien así lo quiso
quizá faltaba entregar
ese humilde testimonio
a quienes viven sin fe.
Todavía me formulo
conmovida estas preguntas:
¿Con qué ojos plasmé esa escena
si con los míos no fue?
¿Será la visión del alma
cuando intentaba marchar?

Nelly Esther Vichich.

¡Excelente, excelente excelente Nelly! Mil felicitaciones. Un poema y una explicación increíble. Te felicitamos. Gracias. 

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