sábado, 26 de marzo de 2016

MEDITACIÓN: P. Stefano Cartabia (Uruguay) EL GRAN SILENCIO

SÁBADO SANTO
EL GRAN SILENCIO


El Gran Silencio

Queridos amigos les comparto un texto que desde años me acompaña y me gusta mucho. Es una antigua homilia sobre el Sábado Santo. Un texto anonimo, tal vez para que cada cual lo sienta propio. Buena lectura. Buena meditación. Mañana los augurios de Pascua.



“¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una
gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían
desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.
Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitara los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e
Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al
verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos.» Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu
espíritu.» Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole: «Despierta, tú que duermes,
levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.
Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y
ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: "Salid", y a
los que se encuentran en las tinieblas: "iluminaos", y a los que duermen: "Levantaos."
A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas
cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos.
Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate,
salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición
servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo;
por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los
muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el
huerto, y en el huerto he sido crucificado.
Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento
de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo
con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he
aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu
espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he
aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.
Dormí en la cruz, y la lanza atravesó m¡ costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y
de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca
del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.
Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el
paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era
sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que
estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el
querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo
construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas,
han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado
desde toda la eternidad.”
                                                          P. Stefano Cartabia (Uruguay)

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