miércoles, 14 de octubre de 2015

REFLEXIÓN: El cuento del Rey Midas

Un buen día, Sileno un seguidor de Dioniso, el dios griego de las Fiestas y del Vino , llego al palacio del rey Midas. Este era muy ambicioso y amaba las riquezas, pensó que si trataba bien a Sileno, el dios Dioniso se lo agradecería.
Midas ofreció a Sileno las mejores habitaciones, le regaló sus vestidos más bonitos y organizó grandes banquetes para él. Y Dionisio quiso premiar a Midas por el trato que había dado a Sileno.
-Cualquier deseo que pidas te será concedido – le dijo.
-Quiero que todo lo que toque se convierta en oro, -contesto Midas sin dudarlo.
Cuando Dionisio desapareció, el rey Midas quiso probar la eficacia de su don. Agarró una piedra y esta se volvió de oro. Tocó una mosca con un dedo y también se hizo de oro. Se lavó la cara en la fuente y el agua también quedó convertida el oro.
El rey Midas se sentía feliz y pidió que le trajeran toda clase de objetos para convertirlos en oro. Le llevaron flores, hojas, leña, jarrones, sillas, mesas y muchas otras cosas más. Todo de convertía en oro cuando el rey lo tocaba. Pero cuando Midas quiso comer, no pudo. Los alimentos también se convertían en oro. Hambriento y desesperado, empezó a dar manotazos a todos los muebles y personas que encontraba a su paso, y muy pronto, todo lo que había en el palacio se había convertido en oro. Y Midas, se vio rodeado de oro, pero se encontró más solo y más pobre que nunca.

Extraído de http://muchoscuentos.jimdo.com/

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